miércoles, 3 de octubre de 2012

Melancolía y Rencor

Yo le veía. Observaba como cada noche se dejaba caer en medio de las tinieblas y la soledad, cuando creía que nadie veía. Pero yo la veía, en silencio y taciturno desde el umbral de la puerta. A veces simplemente permanecía sentada, inmóvil, con la vista fija en algún punto inexistente mientras un tímido llanto se hacia presente, hasta que le dominaba el sueño. Otras veces, andaba de un lado para otro, desesperada, gritándole silenciosas palabras a la nada.
Yo le veía y no podía hacer nada. Entonces regresaba a mi cuarto, cuando el sueño la había dominado o simplemente se calmaba tras su efusivo desahogo, y en mi mente su viva imagen me impedía alcanzar el placer del sueño.
A veces también lloraba. Lloraba por ver su sufrimiento, su desespero, su dolor y el odio justificado, que profería hacia él. Y yo también le odiaba, y me odiaba. Me odiaba por que mi imagen fuera la suya, porque en mi lo viera y le recordara a él. Ella le había amado, era evidente cuanto lo hizo; pero él olvido su amor, sus sueños, su vida. Un día simplemente desapareció, y con su ausencia el dolor creció. Tal vez ella aún le ama, pero yo sólo puedo odiarle, porque el sufrimiento de mi madre sólo podría pagarlo la sangre de mi padre.

Jeremy OlNi

Editado por : Querberoz
Publicado en: Lapislázuli periódico (aquí)