Dejo aquí mi primer One; regalo de navidad para mi gemelis Lu.
HASTA EL AMANECER One. [TN/LL]
Se levantó de su cama en medio de la oscuridad. Se dirigió hasta la ventana, la cual abrió dejando que la brisa nocturna acariciara su torso desnudo y refrescara la habitación. Se apoyo en la ventana con sus codos mientras aspiraba el frío de la noche. Cerró sus ojos un instante sintiendo la caricia del viento que removía su castaño cabello, una caricia menos fría que su soledad. Abrió sus ojos lentamente, encontrándose con el manto oscuro reinante sobre su cabeza chispeado de pequeñas luces centelleantes en lo alto.
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Y en compañía de las estrellas, mi mente la invadió, sin que pudiera evitarlo, la imagen de ella; junto con una sonrisa involuntaria en mi rostro y un sentimiento que invade mi ser, un sentimiento que inquieta, incluso incomoda, y es que es angustiante, ¡desesperante el deseo insaciable!. Muchas son las mujeres que me han acompañado en mi lecho, pero siempre vuelve ella a mi mente, siempre regresa…y con ella el deseo. Un deseo que va más allá de lo físico y lo corporal.
Es el deseo de saciarme con su esencia, con su energía, sus ilusiones que iluminan sus celestes ojos y dominan mi mente. Ese deseo de tenerla siempre a mi lado, hablando, aprendiendo de su ser, conociéndola en sus infinitas características. El deseo de poseerle, de que me necesite, de habitar en su mente y sonría al recordarme, el deseo de entrar en su vida y no salir nunca de ella. Un deseo distinto a todo lo que he sentido, a todo lo que me inspira cualquier otro ser. Un deseo nuevo, de algún nombre desconocido para mí pero que me embarga y me domina, que ubica una calidez en mi pecho y los nervios en mi cuerpo cada vez que su sonrisa ilumina mi día.
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Se giró sin cerrar la ventana, y regreso a su cama. Se acostó de lado, con la vista clavada en el cielo que se divisaba a través del velo ondeante por la brisa. Y perdiéndose en el cielo espero… espero a que amaneciera, a que fuera un nuevo día, uno en el que podría verla de nuevo, conocerla un poco más y alimentar la imagen que guarda en su memoria
Finalmente amaneció.
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Y en compañía de las estrellas, mi mente la invadió, sin que pudiera evitarlo, la imagen de ella; junto con una sonrisa involuntaria en mi rostro y un sentimiento que invade mi ser, un sentimiento que inquieta, incluso incomoda, y es que es angustiante, ¡desesperante el deseo insaciable!. Muchas son las mujeres que me han acompañado en mi lecho, pero siempre vuelve ella a mi mente, siempre regresa…y con ella el deseo. Un deseo que va más allá de lo físico y lo corporal.
Es el deseo de saciarme con su esencia, con su energía, sus ilusiones que iluminan sus celestes ojos y dominan mi mente. Ese deseo de tenerla siempre a mi lado, hablando, aprendiendo de su ser, conociéndola en sus infinitas características. El deseo de poseerle, de que me necesite, de habitar en su mente y sonría al recordarme, el deseo de entrar en su vida y no salir nunca de ella. Un deseo distinto a todo lo que he sentido, a todo lo que me inspira cualquier otro ser. Un deseo nuevo, de algún nombre desconocido para mí pero que me embarga y me domina, que ubica una calidez en mi pecho y los nervios en mi cuerpo cada vez que su sonrisa ilumina mi día.
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Se giró sin cerrar la ventana, y regreso a su cama. Se acostó de lado, con la vista clavada en el cielo que se divisaba a través del velo ondeante por la brisa. Y perdiéndose en el cielo espero… espero a que amaneciera, a que fuera un nuevo día, uno en el que podría verla de nuevo, conocerla un poco más y alimentar la imagen que guarda en su memoria
Finalmente amaneció.
Jeremy OlNi